Qué más quisiera yo que disponer de toda la atención de mis alumnos o que los contenidos impartidos por mi fueran los de su exclusivo interés; que no perdieran ni un punto ni una coma del discurso o del texto leído, de los mapas o de las gráficas comentadas.
Qué más quisiera yo que tener ordenadores en todas las aulas o tabletas con teclado, ya puestos a pedir. Con wifi sin cortes de red. Con acceso a los materiales curriculares, vídeos, mapas interactivos, ejercicios en flash y demás aplicaciones.
Qué más quisiera yo que ni el calor ni el frío existieran en las aulas. Ni los ruidos de otras aulas o del pasillo. Ni la falta de luz en invierno, ni en verano cuando hay que bajar las persianas o cortinas por el sol.
Qué más quisiera yo que poder satisfacer las necesidades educativas específicas de cada alumno en todo momento y cumplir un sueño dorado. Aprovechar el tiempo de todos. Proyectar la utilidad del aprendizaje. Transmitir pautas de higiene mental y física. Y que se probaran antes de descartarse por extrañas.
Qué más quisiera yo que ser una estatua y no darme cuenta de lo que pasa a mi alrededor. Que no me afectara el aburrimiento de mis alumnos y la sensación de fracaso de quien ha decidido tirar todos sus años de instituto por la ventana.
Que más quisiera yo que poder elevarlos a todos al punto máximo para su propia satisfacción.
Qué más quisiera yo que seguir trabajando con mis compañeros codo con codo para lograrlo.
"Todo está ya en su punto, y el ser persona en el mayor". Baltasar Gracián.
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