martes, 9 de febrero de 2016

Breve comentario sobre las técnicas de estudio

Las técnicas de estudio son aquellas herramientas intelectuales que nos ayudaban a aprender de manera autónoma y nos servían para la preparación de exámenes. Actualmente vivimos en la Sociedad de la Información 2.0 ó 3.0, he perdido la cuenta. Cualquier adolescente puede disponer de teléfono móvil con acceso a Internet, ordenador portátil o sobremesa, tableta o e-reader, smartwatch, etc. La disponibilidad de información de manera automática relega la capacidad de aprendizaje memorístico a una posición inferior respecto a la capacidad de procesar la información. Ahí está el fallo: considerar que lo segundo sustituye a lo primero. Teniendo en cuenta que la información que se maneja puede ser extensa y compleja, la capacidad para retener juega un papel importante en este tipo de aprendizaje a través de las TIC. La memoria se ha desvirtuado por ser inoperativa por sí misma. La falta de memoria conduce a razonamientos de pocos elementos combinados, los que una memoria limitada permite.


Imagen de e-historia.cl


Otra de las necesidades del alumnado actual es la de la preparación de las pruebas de acceso a la universidad. Ese tipo de pruebas son un ejemplo de examen único que, a falta de un sistema mejor, depende del elemento memorístico en sus requisitos. Quién no haya aprendido, de una manera u otra, acabará fracasando en los exámenes. Por eso el texto que sigue a continuación.

Hay diferentes maneras de enfocar el estudio. Cada persona tiene que descubrir cuál es la que mejor le viene. Esa búsqueda debería hacerse en los primeros años de la educación secundaria para entrar en el bachillerato con el sistema más adecuado.

Las técnicas de estudio tradicionales se encuentran expuestas en la mayoría de manuales sobre este tema. Se podrían resumir en las siguientes, de manera más o menos secuencial: lectura comprensiva, subrayado, anotaciones marginales, esquema, resumen, memorización, repaso, ampliación. Cuando trabajamos con las TIC en educación nos centramos en las siguientes técnicas: lectura, resumen y ampliación. El resto de técnicas han sido utilizadas desde hace siglos para el estudio de las distintas disciplinas, lo cual ha llevado a los estudiosos a desarrollarlas con sus aportaciones. El manejo de la información de manera simultánea y combinada requiere de cierta memoria. Es por ello que las anotaciones marginales en los libros venían a ser los primeros pasos para simplificar dicha información.

El esquema y el resumen son igualmente importantes. El esquema es la representación espacial de la estructura de la información de un texto. No contiene oraciones, sólo datos puros y la relación que existe entre ellos. Con un esquema podemos aprender la base de un texto que, debidamente plasmado en dicho esquema, queda reducido entre el 90% y el 99%. El esfuerzo memorístico que realizaremos para recordar un esquema es muy inferior al que haremos para retener un texto redactado. Sin embargo, una vez recordado ese esquema debemos ser capaces de plasmar la información en un texto redactado con estructura sintáctica, coherencia y adecuación. Eso lo conseguiremos a base de redactar resúmenes.

El subrayado es una primera aproximación a la selección de lo más importante de un texto. Tiene, como mínimo, una ventaja y un inconveniente. La ventaja es que podremos acudir siempre al texto subrayado y encontrar en pocos segundos la información buscada a través del texto subrayado. El inconveniente es que un subrayado es algo íntimo y subjetivo. Una persona podría subrayar de manera distinta dependiendo del punto en el que se encuentre en su estudio sobre la materia que trata el texto. Por ello, el subrayado puede ser un tanto destructivo si se comparte el libro (bibliotecas, libros de segunda mano, etc.).

Las anotaciones marginales se realizan para complementar el subrayado y resumir el contenido de los párrafos, así como para anotar impresiones sobre el texto. Se realiza con diversos tipos de grafías: líneas, símbolos, palabras, colores, etc. Tienen las mismas ventajas e inconvenientes que el subrayado.


Imagen de ginerccss.blogspot.com.es


La lectura comprensiva es la primera técnica de estudio a dominar para conseguir un buen resultado en un examen. Aunque aquí no está explicada en primer lugar, es la más importante. Si la persona no consigue comprender la totalidad del texto a estudiar, va a tener problemas para simplificar y desarrollar la información posteriormente. Es indispensable contar con un diccionario y una enciclopedia para solucionar cualquier duda de comprensión. Además, el texto debe ser de un nivel de complejidad accesible al lector; si es superior, las cadenas de argumentos se pueden romper y producir la incomprensión en el lector. Esto se soluciona realizando lecturas de dificultad progresiva a lo largo de los años.

También es importante ajustar la velocidad de lectura a las necesidades de cada momento. Se puede hacer una lectura lenta cuando se lee literatura por placer o cuando el texto es de una dificultad considerable. Se puede leer rápidamente cuando se está buscando información en un texto técnico. Se puede ajustar la velocidad según el nivel de comprensión. Igualmente, podemos abrir un libro por una página, leer un párrafo en unos segundos y nunca más utilizar ese libro, lo cual no significa que hayamos leído un libro en diez segundos.

Todos estos pasos se realizan con anterioridad a la fase de memorización exclusiva. Realmente, las técnicas de estudio son un intento de sistematización de un estudio de múltiple perspectiva. Después de haber enfocado desde distintos ángulos el aprendizaje de un texto, terminamos comprobando cuánto hemos aprendido sobre él. Si no lo dominamos lo suficiente, pasaremos a la fase de memorización, aunque ya estábamos aprendiendo antes mientras realizábamos las técnicas anteriores.

La memorización ha sido la herramienta de aprendizaje más importante desde el mundo antiguo. En el pasado, la escritura estaba reservada a los pocos que sabían escribir y disponían de medios materiales para hacerlo. Normalmente eran estudiosos que, casi sin esfuerzo especial, sabían mucho de su materia. Conforme fue avanzando la historia intelectual, las disciplinas fueron nutriéndose con las aportaciones de numerosos sabios del pasado. La cultura escrita había impuesto su necesidad por el gran volumen de información disponible en los textos. La memoria de los poetas griegos o de los rabinos judíos daba paso a la cultura científica plasmada en los textos. Poco a poco la memoria como elemento intelectual a desarrollar dejó paso a otras facetas como la lógica o la creatividad. Así hemos llegado hasta nuestros días en los que, como decía Gracián, “sabe más un sabio de hoy que siete de los antiguos” (cito de memoria).

Precisamente los antiguos dispusieron de técnicas para recordar información en gran cantidad. Los poetas, los oradores, los sofistas y otros profesionales de la cultura se veían obligados a retener en su memoria información que bien por repetición, bien por trucos, acababan aprendiendo.

Hoy en día también hay grandes memorizadores de distintos tipos: memoria rápida, memoria ultrarrápida, lectura rápida con comprensión, memoria lenta, etc. Dichos memorizadores utilizan técnicas para llevar a la mente al lugar que ellos quieren. No son atajos, pues tienen una mente entrenada. Pero sí que han evitado la repetición de la información sin carga emocional o de significado. Aún así podríamos repetir lo que hemos dicho antes: cada cual tiene que buscar la manera de estudiar que mejor le vaya. Podríamos seguir el consejo de Carlos Valiña y repetir hasta la memorización o el de otros como Serafini, Campayo, Tierno, Buzán, etcétera, que recomiendan otorgar sentido a lo memorizado con apoyos transversales.

Esto de los trucos para memorizar tiene su miga. Cuando se ha terminado de memorizar, con o sin trucos, conviene descansar del trabajo intelectual unos minutos. Después de una hora pueden empezar los repasos. Estos se realizarían de manera espaciada: a la hora, a las 24 horas, a la semana, al mes, a los tres meses, a los nueve meses, al año y medio, etc. Así, con cada repaso se recupera la información y se fija. Normalmente no necesitamos repasar tanto, con dos o tres repasos nos apaña. Excepto en Bachillerato. Ahí es recomendable aplicarlos todos hasta el día del último examen (PAU). Y después, también.

La ampliación sería la culminación de las técnicas de estudio. Personalizar el aprendizaje dirigiéndolo hacia donde nuestro interés lo lleva es fundamental para mantener la motivación en el esfuerzo intelectual. Debe hacerse una vez se ha cumplido con los mínimos exigidos para la realización del examen. Esa ampliación podría ser la puerta para el descubrimiento de una posible vocación profesional. No hay que subestimar la ampliación: también puede ser la salvación de un posible abandono escolar por desmotivación. Hay muchas anécdotas relacionadas con esto pero quiero citar dos: Sviatoslav Richter y Richard Feynman. Ambos genios en su ámbito, ambos niños de mal comportamiento en clase, ambos descubiertos por sus altas capacidades. Richter: su padre no conseguía sentarlo al piano hasta que un día accedió a cambio de tocar esa pieza tan difícil que solía escuchar interpretada de manos de su progenitor. Feynman: además de sus muchos logros como ingeniero doméstico en su infancia, Dick se portaba mal en clase hasta que un día el profesor, desesperado, le dio un manual universitario para que se lo estudiara y lo hiciera completamente. Y así podríamos pasar días enteros citando casos de personas que orientan su aprendizaje de manera libre y triunfan en el ámbito intelectual.

Para terminar, mencionar que los exámenes son sólo ejercicios que ponen los profesores para evaluar la adquisición de tales o cuales competencias. Lo importante no es el examen. Lo importante es la persona.